«La situación subraya la urgente necesidad de una implicación colectiva inmediata de los gobiernos de los países de origen, tránsito y destino para proporcionar asistencia humanitaria, especialmente a grupos vulnerables como las mujeres y los niños», declaró Michele Klein Solomon, Directora Regional de la OIM para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe.
Viajes peligrosos
La OIM citó estadísticas que revelan la magnitud del problema, señalando que el Servicio Nacional de Migración de Panamá informó de un número récord de migrantes cruzando la peligrosa selva del Darién desde Colombia este año.
Hasta el 23 de septiembre, más de 390.000 personas habían realizado el peligroso viaje, 82.000 de ellas sólo en agosto, la cifra mensual más alta registrada. La mayoría proceden de Venezuela, Ecuador y Haití.
Más allá del aumento de las cifras, la OIM dijo que la tendencia más significativa ha sido el cambio de los migrantes cubanos y los procedentes de países africanos que cada vez vuelan más a América Central, evitando así la ruta del Darién por completo.
Mientras tanto, sólo 4.100 migrantes procedentes de África cruzaron el Darién entre enero y julio de este año, lo que supone un descenso del 65% con respecto al mismo periodo de 2022.
Por el contrario, Honduras experimentó un asombroso aumento del 553% en las llegadas desde África, 19.412 personas, a través de su frontera sur. Del mismo modo, en el Darién solo se registraron 524 cubanos en este periodo, frente a los 17.157 que llegaron por tierra a Honduras.
Peligro por todas partes
Las personas que transitan por Centroamérica y México se enfrentan a numerosos retos, dijo la OIM, destacando los peligros en la selva del Darién.
Los migrantes han resultado heridos, abandonados en laderas fangosas o arrastrados por crecidas repentinas de los ríos. También son vulnerables a robos, violencia y abusos sexuales.
En los países de la ruta, las familias migrantes pasan hambre, duermen en la calle y se ven obligadas a mendigar. Muchos sufren problemas de salud como diarrea y deshidratación.
La OIM vigila los movimientos migratorios y suministra información y asistencia vital en toda Colombia, América Central y México, y proporciona artículos de higiene, alimentos, servicios de protección y asistencia sanitaria.
El personal también presta asistencia en operaciones de retorno voluntario, apoyo en infraestructuras y refugios, y lleva a cabo campañas de comunicación para contrarrestar la información falsa y alertar a los migrantes sobre los peligros a los que pueden enfrentarse.
Colaboración y apoyo
La OIM advirtió que, a pesar de los esfuerzos de los países de tránsito, las agencias de la ONU y las organizaciones humanitarias, la capacidad para ofrecer ayuda vital es escasa.
La agencia explicó que los factores que impulsan la migración son complejos y van desde los económicos y sociales hasta los medioambientales y políticos.
Muchos de ellos se han visto intensificados por las secuelas de la pandemia COVID-19, los recientes fenómenos meteorológicos extremos y los disturbios políticos en los países de origen.
«Los retos de la migración son demasiado amplios para que cualquier nación de las Américas pueda afrontarlos por sí sola», afirmó Marcelo Pisani, Director Regional de la OIM para América del Sur.
«Conforme al mandato del Pacto Mundial sobre Migración, la OIM aboga por una estrategia regional integral y colaborativa y reafirma su apoyo inquebrantable a las iniciativas que defienden los deberes humanitarios internacionales, los objetivos de desarrollo sostenible y los derechos humanos fundamentales de las personas en movimiento.»