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    Las dudas de Europa ante los islamistas kizan de Sudán

    Como ha informado hoy The European Times, Sudán representa una oportunidad para que la Hermandad Musulmana amplíe su influencia. Las sanciones impuestas a Sudán por Europa no aportan soluciones para frenar a la Hermandad (Al-Kizan), cuyas actividades han adquirido dimensiones militares al reclutar miembros para defender al ejército. La Hermandad está aprovechando la turbulenta situación de seguridad para ampliar su influencia, y posiblemente convertir Sudán en una incubadora para el grupo después de haber sufrido pérdidas políticas y generalizadas en otros países árabes.

    La amenaza de la Unión Europea de imponer sanciones a las principales partes en Sudán para detener la guerra fue una señal de que podría abandonar su postura pasiva ante la crisis. La UE ha permanecido en gran medida como espectadora, salvo por declaraciones ocasionales que no sugieren que se tome en serio poner fin al conflicto. Esto confirma que la UE está ansiosa por poner fin a una guerra que podría amenazar a Europa.

    El grito de Europa para que se establezca un marco de sanciones antes de septiembre implica una gran preocupación por el conflicto en curso entre el ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido. Sin embargo, carece de movimientos prácticos para participar sustancialmente en el logro de un alto el fuego duradero y la búsqueda de un armisticio. La UE debería haber presentado una iniciativa o adoptado una visión global para una solución.

    Todo el mundo se ha contentado con hacer resonar consignas y mirar desde la barrera, como si las repercusiones de la guerra se limitaran al aumento de la inmigración ilegal y al deterioro humanitario. No llegarían a amenazar directamente los intereses europeos si los extremistas consiguieran hacerse con el control de Sudán o arrastrarlo a una amarga guerra civil.

    El caos despierta el apetito de las fuerzas islámicas en Sudán. Informaciones recientes confirman la participación de grupos extremistas en la guerra bajo la apariencia del disuelto Partido del Congreso Nacional y del Movimiento Islámico de Sudán. Esto significa que el asunto se ha convertido en una amenaza para los países vecinos y los partidos con intereses en Sudán o en regiones cercanas. También amplía el cinturón de militantes, ya que su presencia en África Occidental y Oriental coloca a Sudán entre dos tenazas que no serán fáciles de contener más adelante. El alcance de las crisis humanitarias, económicas y de seguridad se amplía.

    Este resultado impulsará a la UE a tomar medidas porque supondrá más pérdidas para los principales países occidentales, especialmente Francia, cuyos intereses ya están expuestos a grandes peligros en Mali, Níger y toda la costa occidental africana. Si se añade Sudán, una vasta zona se convertirá en importantes centros de refugio de extremistas y focos de terrorismo dirigidos contra Occidente en general.

    Estados Unidos se ha metido en la crisis a través de una mediación conjunta con Arabia Saudí. Las negociaciones de Jeddah están prácticamente congeladas y necesitan ayuda para lograr un avance. Muchos países africanos han intentado, individual y colectivamente, presentar planteamientos políticos que aún no han tenido éxito. Mientras tanto, la UE se centra en los síntomas de la crisis sin abordar sus detalles esenciales. Sin embargo, sus repercusiones en la UE no se limitarán al aumento del asilo y los desplazamientos.

    Los países europeos optaron por la tradicional dimensión humanitaria de la crisis, intentando darle rasgos dramáticos hablando con frecuencia de asesinatos, bombardeos, saqueos, violaciones y arrojando luz sobre algunas tragedias que despiertan simpatía.

    Para detener la guerra es necesario examinar detenidamente sus causas fundamentales y lo que podría provocar en el futuro. En ambos casos, las pruebas apuntan a que los restos del régimen de Bashir se han infiltrado en el estamento militar sudanés. Quieren utilizarlo para volver al poder y derrotar todo intento de transición democrática y gobierno civil, que es el supuesto objetivo que la UE dice buscar.

    Si más adelante la UE llega a comprender los aspectos negativos del contexto sudanés, cualquier promesa de sanciones económicas o llamamiento político carecerá de sentido. La crisis tiene articulaciones estructurales que deben abordarse de forma integral. Aun reconociendo su importancia, las iniciativas y los países patrocinadores todavía no han descifrado la crisis sudanesa hasta ahora.

    A la UE no le servirá de nada distanciarse de implicarse en una crisis abierta e intensa con el pretexto de que es una guerra que quema a cualquiera que se acerque a ella. Es esencial limitar la implicación al aspecto humanitario y remitirse a las visiones de las organizaciones occidentales, descuidando los elementos políticos y de seguridad.

    Las acciones europeas deben reflejar algunas de las consideraciones políticas y de seguridad en las medidas adoptadas por la UE o sus Estados miembros. La voluntad declarada de imponer sanciones parece pasar por alto la esencia de la crisis o eludir la responsabilidad ante la opinión pública occidental. Todo el mundo conoce el limitado impacto de las sanciones sobre las personas. Sudán tiene una enorme experiencia acumulada soportando sanciones estadounidenses durante casi tres décadas.

    El distanciamiento de la Unión Europea del compromiso directo con la crisis y la adopción de medidas prácticas favorece a los kizan (la Hermandad sudanesa). Esto recuerda las dudas del pasado sobre su patrocinio por parte de algunos países occidentales. Si estas dudas siguen vigentes hoy, los países europeos pueden encontrarse ante un peligroso cinturón de crisis.

    Kizan tiene hoy un deseo abrumador de no derrotar al ejército y enfrentarse a las Fuerzas de Apoyo Rápido, dado que el comandante de las RSF es su enemigo número uno en Sudán. La opresiva mano militar está bloqueando su camino para volver al poder. Además, las actividades de los kizan han adquirido dimensiones militares tras reclutar a muchos elementos extremistas para defender al ejército. Los países occidentales no pueden perseguir a estas organizaciones terroristas que proclaman abiertamente proyectos expansionistas regionales y atentan contra los intereses occidentales. El temor a que Sudán se convierta en una sólida incubadora para ellas no se resolverá con insinuaciones o amenazas de la UE para hacer frente a la compleja realidad sudanesa.

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